Tiemblo por dentro

on miércoles, 15 de junio de 2011


Baje las escaleras como rayo.

La "Marcha de Zacatecas" se podía escuchar desde la escuela hasta el departamento del Infonavit donde vivía, la cual era nuestro timbre de entrada. Una vez terminada la melodía cerraban el portón.

Escuela primaria Juan de Salmerón, grupo 6to A, segundo piso ala oeste. Podía ver mi salón desde la explanada del fraccionamiento y mientras corría ya comenzaba a extrañar mis amigos, mi profesor y mi escuela querida.

Era la última semana de clases. Ya habíamos ido a competir a regionales los 400 y 800 metros a C.U. y mis practicas para correr ya habían terminado. Ignoraba que no iba a volver a correr en competencias nunca más. Amaba ese deporte pero no quería enfocarme tanto en ello, yo creo por eso lo dejé ir.

El día se había ido muy rápido. El profe Isaac no impartió clases la mitad del día y tuvimos casi todo el tiempo libre. Comenzamos a firmar playeras con mensajes y dedicatorias para todos los amigos que se hicieron durante toda la primaria.

El timbre de salida sonó y 300 alumnos invadieron la salida para dirigirse a sus casas. Fui uno de los últimos en salir. Platicaba con la jefa de grupo, Luis y Sandra acerca de la organización de la ida a Agua Azul como viaje de graduación. Querían ir ese mismo fin de semana y muchos estaban conformes pero aún no se ponían de acuerdo. Llegué a mi casa pasadas las 2 de la tarde y le expliqué a mi madre mi tardanza.

Mi papa llegó de trabajar a eso de cuarto para las tres. Arreglaba mi walkman con unas bocinas que me habían regalado para instalar un equipo de sonido en la litera donde dormíamos mi hermana y yo. Me asome a la ventana y vislumbre desde el segundo piso donde me encontraba el señor que vendía mazapanes, alegrías, huesitos y semillas. Mis padres descansaban en la sala y yo aburrido quería salir a jugar con mis amigos, pero no podía ver a nadie desde la ventana.

Mis padres recostados en los sillones miraban la televisión tranquilamente. Mire el escritorio de mi papa en el cuarto contiguo y vi esparcidas varias monedas junto a un reloj y una cartera. No era la primera vez que lo hacía, pero mi ociosidad por ir a entretenerme un rato era más fuerte que yo. Olvidé por completo que gracias a esa ociosidad me había ganado una tunda de mi madre varios meses atrás. No lo pensé mas, me acerqué con mucho cuidado con únicas intenciones de hurtar una moneda de a cinco pesos para ir a jugar King of Fighters a las maquinas de la explanada.

Estaban dando exactamente las 3:47 de la tarde cuando a mitad del camino, entre la sala y el escritorio en el cuarto de alado, el piso se movió violentamente frente a mi. Por instinto de supervivencia, más que por deseo propio, me volví en mí y corrí hacia la puerta. Mis padres ya se habían parado, poniéndose los zapatos camino a la salida, mi madre cargó a mi hermana y salimos rápidamente del departamento. En ese instante no sabía exactamente lo que estaba pasando. Mi mente trabajaba por sí misma, indicando a mis músculos donde tenía que dirigirme. Bajando las escaleras desde el 2do piso hasta la planta baja el movimiento telúrico se intensificó. Tambaleábamos de un lado a otro mientras bajamos a toda velocidad, pero no tan rápido como en esa mañana cuando me dirigía a la escuela. Llegando a la planta baja el temblor cesó.

Una señora estaba sentada en una de las praderas donde hospedaba un árbol. En la radio podía escucharse voces angustiadas de reporteros locales describiendo el acontecimiento que acababan de presenciar en distintos partes de la ciudad. Nosotros tardamos unos minutos en volver en sí. De repente me pare y corrí hasta donde vivía Sandra, en la plaza de atrás del edificio de donde vivía yo. Ella y su familia ya habían bajado y pregunte en general como estaban. Me comentaron que estaban bien, pero que su mama había tenido un ataque de pánico. Me despedí cordialmente y dando vuelta al edificio me tope de frente con un tipo paseaba a sus perros bulldog. Brinque y los rodee por a un lado. Eran 2 sustos en un lapso de 10 minutos, otro susto y me daba un ataque al corazón. Hasta ese momento ignorábamos la condición de la ciudad de Puebla en su totalidad. No sabíamos que tan grave fue ni donde fue el epicentro, no sabíamos nada.

Cuando regresé con mis padres y mi hermana mi papa no estaba. Había subido al departamento a cerrar las llaves de gas y tomar documentos importantes consigo. Momentos después nos dirigimos al carro para ir a ver a mi tío y primos que Vivian en Agua Santa, pero para llegar ahí teníamos que cruzar el periférico. Salimos hacia allá lo más rápido que pudimos pero era un caos vehicular en la salida de la 11 sur. El sismo había cortado las líneas de electricidad que alimentaban los semáforos. Como pudimos logramos brincar ese paso de la muerte hasta llegar al domicilio de mi tío, donde ya no estaba esperando.

Nos informaron que estaban bien y que no había nada grave que reportar. Mis primos también estaban bien y con buenas noticias nos quedamos un rato más ahí hasta antes de atardecer. Cuando llegamos a la casa mis papas planearon lo que íbamos a hacer esa noche. Dormir en el carro era una opción, pero no era viable. Así que sacamos nuestras cobijas y almohadas, nos vestimos como para ir a misa y esa noche dormiríamos en la sala.


Mi corazón no acababa de latir con fuerza desde la tarde. Era la primera vez que tenía una experiencia de ese tipo. Apenas habían pasado 8 días del asesinato de Paco Stanley, el cumpleaños número 5 de mi hermana estaba a 2 días, y mi graduación y viaje estaban a 1 semana. Me aterrorizó el pensar que las albercas se pudiesen haber dañado a causa del temblor y la ida a Agua Azul se pudiera cancelar. Me deprimí y no pensé en nada mas esa noche. Improvisé colocar un desodorante al borde del librero como un pequeño detonador que nos indicara si otro temblor llegara a pasar y nos despertara cuando cayera al piso.

La luz llegó otra vez a eso de las 8 de la noche. Dormimos con la luz del comedor prendida. Pero no, no dormimos. No pudimos dormir, al menos yo no pude. Caía una lluvia cerrada que duró desde las 9 y término alrededor de las 3 de la mañana. Me levante en varias ocasiones a mirar por la ventana y pude ver gente que dormía en el andador, fuera de los edificios. Creo que no éramos los únicos prevenidos en caso de una réplica.

A 12 años del temblor todavía lo recuerdo como si fuese ayer. Estaba viviendo una época muy difícil, estábamos a pocas semanas de vender nuestras cosas y ahorrar para que mis padres se vinieran al norte a ganar dólares. Mi futuro cambio drásticamente después de ese evento, el cual, a pesar de todo, nos unió más cuando nos dimos cuenta que las decisiones ya estaban tomadas y que ya no había vuelta atrás.

Despedirme de todo lo mío, una vez más, tuvo consecuencias que cambiaron mi manera de pensar para siempre.

1 comentarios:

Dulce dijo...

Me encanta!! simplemente amo tu manera de escribir y relatar todo :)... Nunca dejes de hacerlo, soy tu Fan no. 1!!!!!